El Burro que Yo Monté
Me gustaría tener memoria para contar
tantas vivencias que yo pasé.
Hoy, un recuerdo a mi mente vuelve otra vez.
Ese día que con cuatro años a un burro yo
monté.
Me gustó verle galopar, como si de un caballo se
tratara,
corría para mí a gran velocidad;
y por el cuello a punto de caer, se paró el
burro a beber.
Al pilón hube de caer, cuando unas manos me
sujetaron.
No sé cómo pudo ser.
Fue tanta la emoción, que ese día se acabó.
Ya no corría el burro.
No le podía yo ver como un caballo galopando
por el
sendero otra vez.
Aquella vez, si no fuera porque yo le pinché,
aquel burro no había sido caballo ninguna
vez.
Aquí acaba la historia del burro que yo monté.
Seguro que tendréis mil historias también,
como la mía que ese día yo pasé.
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